El Darién: Un Viaje de Deshumanización y Desesperanza. Parte 2.
La Urgencia de una Nueva Política Migratoria: La Respuesta que Nunca Llega.
Colombianidad Global
11/7/20244 min leer
La Urgencia de una Nueva Política Migratoria: La Respuesta que Nunca Llega.
La inacción frente a la crisis migratoria en el Darién no es solo una falla humanitaria, es una traición al espíritu de fraternidad y justicia que deberían guiar a las naciones latinoamericanas. Cada año, decenas de miles de personas atraviesan esta selva infernal, no por elección, sino por necesidad. Huyen de economías colapsadas, dictaduras represivas y condiciones de vida insoportables. Buscan lo que todos los seres humanos anhelan: una oportunidad para prosperar. Sin embargo, el trayecto los convierte en víctimas de una maquinaria que los despoja de su dignidad y esperanzas tratandolos como un recurso explotable.
Los compromisos internacionales, como la Declaración de Quito o la Declaración sobre Migración y Protección de Los Ángeles, han señalado la necesidad de garantizar que la migración sea un derecho y no una condena. Pero los hechos demuestran lo contrario. El Darién sigue siendo un pozo sin fondo de violaciones a los derechos humanos, donde la promesa de protección y dignidad queda enterrada en la espesura de la selva.
A pesar de las colaboraciones entre el Ministerio de Seguridad de Panamá y organizaciones como ACNUR o la OIM, el impacto en la mejora de la vida de los migrantes sigue siendo mínimo. Las ayudas humanitarias, aunque vitales, son parches temporales frente a una tragedia estructural que requiere de un cambio radical en las políticas migratorias y de seguridad de la región. Sin una “gobernanza de las migraciones”, como se ha propuesto tantas veces en foros internacionales, el Darién continuará siendo el escenario de la desesperanza.
Testimonios de Horror: El Precio del Silencio.
No es solo la geografía la que mata. Las historias de violencia y abuso que surgen de las sombras del Darién nos recuerdan el nivel de brutalidad al que son sometidos los migrantes. “A mí me violaron, en frente de mi esposo, a él le apuntaban con un arma mientras yo lloraba de dolor”, narra Juana, una migrante haitiana que cruzó el Darién hace dos años. Su relato no es aislado. El 70% de las mujeres que atraviesan esta ruta reportan haber sido víctimas de agresiones sexuales. El abuso es tan frecuente que muchas viajan con anticonceptivos de emergencia para enfrentar lo que parece ser inevitable.
Los niños tampoco se salvan de este infierno. Más de 9,000 menores han sido reportados cruzando la selva en los últimos dos años. Algunos son separados de sus familias, otros simplemente desaparecen sin dejar rastro, atrapados por las mismas redes de trata que han convertido esta tragedia en un negocio millonario.
“Caminamos durante días sin comida ni agua, con los pies deshechos, pero lo peor fue cuando vimos los cuerpos en el camino. Nadie los recogió, nadie los recordó”, relata José, un migrante ecuatoriano que logró sobrevivir a la travesía. En el Darién, los cuerpos de los caídos se convierten en parte del paisaje. Cada cadáver es un recordatorio brutal de la indiferencia del mundo.
El Sueño Americano: ¿Es Realmente Alcanzable?
El Darién representa una de las últimas barreras antes de llegar a los brazos de la nación norteamericana, pero ¿a qué costo? La promesa de un nuevo comienzo en Estados Unidos o Canadá es el motor que empuja a los migrantes a arriesgarlo todo, pero la realidad para muchos es mucho palabra repetida más sombría. Al llegar, aquellos que sobreviven a la travesía enfrentan la deportación, la detención, o una vida en la sombra, marcada por la precariedad y la explotación.
El 40% de los migrantes que llegan a la frontera sur de Estados Unidos después de cruzar el Darién son deportados de inmediato. Para aquellos que logran quedarse, la vida en el exilio es una constante batalla por la dignidad. A menudo son forzados a trabajar en condiciones inhumanas, atrapados en empleos que explotan su vulnerabilidad y estatus migratorio. Para muchos, el “sueño americano” es una ilusión que se desmorona frente a la cruda realidad de una sociedad que no siempre los recibe con los brazos abiertos.
¿Un Futuro para los Migrantes?
Colombia, como puerta de entrada a esta travesía de sufrimiento, tiene la responsabilidad histórica y moral de actuar. No podemos seguir siendo testigos silenciosos de la muerte y la deshumanización que ocurre en nuestras propias tierras. La implementación de una política migratoria integral y humanitaria es urgente. El gobierno de Gustavo Petro, que se ha comprometido a una paz total, no puede permitir que los migrantes sean ignorados en este proyecto. La “paz” no será completa mientras miles de seres humanos continúen perdiendo sus vidas en la selva del Darién, víctimas anónimas de un sistema que los trata como prescindibles.
El Estado colombiano, hace esfuerzos para que este drama sea tratado como región, invitando desde la acción consular para que no prime solo la visión de seguridad y comenzar a tratar esta crisis como lo que es: una tragedia humanitaria de proporciones épicas, donde la responsabilidad compartida de los estados concernidos aborde soluciones de corto y medio plazo. En ese sentido la reunión de los cancilleres de Colombia y Panamá en Necocli con las comunidades fue importante para conocer la realidad y el sentir de la poblacion organizada de la región. Las organizaciones insisten en dejar tantas palabras y empezar a actuar. Solo entonces podremos empezar a hablar de una verdadera “Colombia potencia mundial de la vida”, donde los más vulnerables no sean sacrificados en nombre de la indiferencia.
El tiempo para actuar es ahora. ¿Seremos capaces de escuchar el grito silencioso de aquellos que atraviesan el infierno del Darién, o seguiremos siendo cómplices de su sufrimiento?
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