El Darién: Un Viaje de Deshumanización y Desesperanza. Parte 1

Colombia se Prepara para la COP16: ¿Habrá Espacio para Abordar la Crisis Migratoria del Darién? La crisis climática y la crisis migratoria están interconectadas de múltiples maneras, y es crucial que tanto el gobierno colombiano como la comunidad internacional incluyan el tema migratorio en la agenda de este tipo de eventos. Nos preguntamos si en la COP16 se pondrá sobre la mesa la necesidad de soluciones integrales que no solo enfrenten los desafíos ambientales, sino que también aborden el desplazamiento forzado y las condiciones que llevan a miles de personas a lanzarse a esta peligrosa travesía.

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Colombianidad Global

10/16/20244 min leer

black and white dragonfly on brown tree trunk during daytime
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El Darién: Un Viaje de Deshumanización y Desesperanza.

Parte 1.

La selva del Darién se ha convertido en una trampa mortal para miles de migrantes que, en su travesía hacia un sueño de libertad y progreso, encuentran un escenario de horrores. Este lugar, conocido por su imponente biodiversidad, es también el teatro de una de las crisis humanitarias más desgarradoras de América Latina. El paso por esta región no es solo un desafío físico, sino un acto de supervivencia que expone lo peor de nuestra humanidad.

En un informe de 2021, más de 133,000 migrantes atravesaron el Darién, un aumento del 3,000% en comparación con el promedio de años anteriores. Entre ellos, 20,000 personas han perdido la vida en las profundidades de esta selva, atrapadas por las redes del crimen organizado y la indiferencia estatal. Familias enteras, niños, ancianos, han sido reducidos a cifras invisibles, borrados por una naturaleza hostil y una sociedad que los condena al olvido.

Testimonios Desgarradores: La Pesadilla de la Selva.

“Vi morir a mi hijo frente a mis ojos. El barro lo atrapó y se lo tragó antes de que pudiera salvarlo. Nadie nos ayudó, solo seguimos caminando”, relata María, una madre hondureña que intentaba alcanzar llegar a Estados Unidos con la esperanza de darle una vida mejor a su familia.

La travesía por el Darién no solo es una odisea natural. Migrantes como María son constantemente acechados por grupos criminales como el Clan del Golfo, que controla gran parte de la ruta migratoria. Los “coyotes” que deberían guiar a los migrantes no siempre lo hacen. Muchos son obligados a cargar drogas o, en casos extremos, a prostituirse para pagar su paso. Los testimonios de abusos son espeluznantes: robos, violaciones, asesinatos. En este limbo, los derechos humanos desaparecen.

Un No-Lugar: La Deshumanización en la Ruta.

Frantz Fanon describió el concepto de la “zona del no-ser”, un espacio donde los individuos son despojados de su humanidad. El Darién encarna este “no-lugar”.Aquí, la selva se convierte en un abismo donde los migrantes no son más que mercancía explotada por una economía del tráfico. La selva no solo deshumaniza, sino que refuerza la idea de una “humanidad superflua”, donde los cuerpos se vuelven desechables.

Las cifras hablan de una desolación creciente. Más de 40,000 niños y adolescentes han atravesado el Darién en los últimos años, enfrentando riesgos que desafían cualquier sentido de protección infantil. Ni siquiera su inocencia es respetada, ya que muchos caen víctimas de redes de trata o simplemente desaparecen en la selva, como fantasmas que nadie extraña.

La Indiferencia del Estado y la Complicidad del Crimen Organizado.

A pesar de las declaraciones de buena voluntad de los gobiernos de Colombia y Panamá, la realidad es que las promesas de protección y seguridad son papel mojado en la jungla del Darién. El Clan del Golfo, una de las organizaciones criminales más poderosas de la región, se alimenta de la vulnerabilidad de los migrantes. Controlan el tráfico de personas y extorsionan a quienes buscan cruzar, convirtiendo el sufrimiento en una lucrativa industria. Este cartel maneja aproximadamente el 45% del tráfico de drogas en Colombia, con ingresos de hasta 5 millones de dólares mensuales. En sus manos, los migrantes son solo otra mercancía más.

“Nos dijeron que si no podíamos pagar, tendríamos que cargar cocaína en la espalda. ¿Qué opción teníamos? No teníamos dinero, pero queríamos llegar”, cuenta Julio, un migrante venezolano. Sus palabras reflejan la desesperación de quienes son empujados a colaborar con el crimen organizado, en una espiral que parece no tener fin.

Colombia y el Norte: ¿Sueño o Pesadilla?

El Darién es un espejo cruel de lo que no queremos ser como sociedad. Representa la descomposición de un sistema que ha fallado a los más vulnerables. Familias que huyen de la pobreza, de la violencia, de la desesperanza, sólo para ser arrojadas a un nuevo círculo de sufrimiento en su búsqueda de libertad. El paso por la selva se ha convertido en una metáfora del fracaso de los Estados para proteger los derechos fundamentales.

El gobierno colombiano tiene la obligación de actuar. Las políticas migratorias actuales son insuficientes frente a esta catástrofe humanitaria. La “paz total” que se promete en el discurso oficial no puede ignorar a las víctimas invisibles de esta guerra silenciosa: los migrantes que buscan una vida mejor, pero que en su travesía encuentran deshumanización, violencia y muerte.

Colombia se Prepara para la COP16: ¿Habrá Espacio para Abordar la Crisis Migratoria del Darién?

El gobierno colombiano está afinando detalles para la COP16, un evento clave en la agenda global sobre el cambio climático, que reunirá a más de 180 delegaciones presidenciales, ministros de ambiente y destacadas figuras del ámbito político y ambiental. Este evento, que busca soluciones a los desafíos medioambientales que enfrenta el planeta, se presenta como un foro de diálogo y acción global.

Sin embargo, desde este espacio de reflexión y discusión, nos preguntamos si existirá la remota posibilidad de que se aborde el drama migratorio del Darién, una crisis que afecta no solo a Colombia, sino también a toda Latinoamérica. Cada año, miles de migrantes atraviesan la selva del Darién en su búsqueda del sueño americano, enfrentando condiciones inhumanas y un peligro constante. Este flujo migratorio, que involucra a muchos colombianos y latinoamericanos, es un drama social que no puede seguir siendo ignorado.

La crisis climática y la crisis migratoria están interconectadas de múltiples maneras, y es crucial que tanto el gobierno colombiano como la comunidad internacional incluyan el tema migratorio en la agenda de este tipo de eventos. Nos preguntamos si en la COP16 se pondrá sobre la mesa la necesidad de soluciones integrales que no solo enfrenten los desafíos ambientales, sino que también aborden el desplazamiento forzado y las condiciones que llevan a miles de personas a lanzarse a esta peligrosa travesía.

Es hora de cuestionar si los líderes mundiales están dispuestos a enfrentar este desafío de manera conjunta y efectiva.

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